
La situación de deterioro que se vive en el barrio de San Cristóbal de los Ángeles esta a punto de producir una quiebra en la convivencia vecinal. La sensación de inseguridad se esta viendo acrecentada por el aumento en los pequeños asaltos así como la última gran escalada que se ha vivido, de robos en viviendas y trasteros más de cuarenta en los últimos días, y que ha agotado las existencias de cerrojos en las ferreterías de la zona para reponer las puertas reventadas, y aún no ha llegado el verano con un éxodo playero o hacia sus países de origen de sus legitimos vecinos, dejando casas y posesiones sin amparo y al alcance de este "lumpen social". A éste aumento en la "alarma social" contribuye en gran medida el comprobar como día a día son mas las "viviendas" destinadas al derribo, ocupadas por individuos sin oficio conocido, pero a los que se les presume actividades nada licitas. Dichas viviendas abandonadas y con un gran peligro de derrumbe, amenazan la salud y la seguridad no sólo ya de los vecinos, hartos de denunciar éste hecho a las autoridades, sino que también constituyen un riesgo para los que las ocupan de forma ilegal, debido a los numerosos incendios provocados por la acumulación de basuras y por unas practicas nada solidarias con el resto de los vecinos, hogueras, quema de neumáticos y plástico de cables etc. La responsabilidad de las administraciones es clara tienen que acometer el derribo de esto edificios de manera cautelar y controlar el trasiego de individuos que se relacionan con el mundo de la delincuencia y devolver la seguridad a las calles del barrio. De no ser así los vecinos viejos y recientes tendremos que organizarnos de tal forma que suplamos como buena mente podamos la seguridad y la justicia que se nos niega. Pues tanto Administración, jueces y policías, conocen el tema pero no lo solucionan, esperando quizás que desaparezca por si sólo, cosa nada segura, pues la realidad apunta a que el problema es, cual punta de iceberg, mucho mayor de los que se adivina en la superficie. Y como barrio nos negamos a seguir la misma suerte que el Titanic.